Me llamo Clara, tengo 35 años y padezco un síndrome que no tiene tratamiento y además es contagioso.
Se trata del síndrome del eterno viajero, que produce una necesidad imperiosa e insaciable de descubrir el mundo.
¿Nací con ese síndrome o enfermé en algún momento? La verdad es que no lo tengo muy claro pero, sin duda, hay cuatro personas que han jugado un papel importante en esta historia.
Las dos primeras son mis padres, de quienes heredé los genes de trotamundos y, con cariño y paciencia, me inculcaron una buena dosis de curiosidad.
La tercera es mi tía, a quien siempre he admirado por su espíritu libre y alma de curiosa aventurera.
La cuarta persona fue un profesor de la carrera que me animó a hacer unas prácticas laborales en Inglaterra. Fue una aventura corta, pero supuso la chispa que prendió el deseo insaciable de descubrir el mundo por mi cuenta: perdí el miedo a viajar sola porque me di cuenta que esos temores a lo desconocido y a lo que pudiera pasarme “ahí fuera” eran simplemente un producto de mi mente que prefería conformarse con retozar en mi pequeña zona de confort.
A partir de ahí, empecé a viajar con mayor frecuencia y a lugares más lejanos.
Fue durante mi primer viaje por Asia donde descubrí mi otra gran pasión: el submarinismo.
La sensación de ingravidez, descubrir la infinidad de criaturas marinas de todos los tamaños, colores y formas que viven bajo la superficie y el sentir que con cada burbuja de aire exhalado se disuelven los pensamientos y preocupaciones me enganchó sin remedio.
Además, debo confesar que siento una fascinación especial por uno de los animales marinos más cruciales a la vez que incomprendidos: los tiburones. Bucear con ellos me produce una mezcla de respeto y admiración increíble y muy adictiva.
De la mano de mi pasión por el mar llegó a mi vida otra cosa importante: la preocupación por la crisis ecológica que vivimos a nivel mundial causada, entre muchas otras cosas, por el uso irracional y desenfrenado que hacemos del plástico.
Todo esto me llevó, hace ya unos años, a dejar mi trabajo en una multinacional farmacéutica y coger la mochila, el ordenador y mis aletas para emprender un proyecto personal que me permitiera trabajar desde cualquier lugar del mundo, disfrutar de mis pasiones y compartirlas. Y el resultado, fruto de mucha ilusión y cariño, lo tienes ante tus ojos en Viajando Con Aletas.
En esta web encontrarás mis conocimientos y experiencia en buceo, viajes y sostenibilidad, así como la de muchas otras personas que he conocido a lo largo de estos años. Mi ilusión es inspirarte para disfrutar más del buceo y los viajes, dejando por el camino algunos miedos injustamente preconcebidos, como es el caso de los tiburones. Ojalá sea capaz, también, de darte alguna información útil que te motive a cuidar más y mejor de nuestro maravilloso planeta azul.
¡Pasen y lean!